Baste saber que las derivas se habían iniciado tiempo atrás. Lentamente, la acumulación de datos, situaciones y circunstancias habían generado una serie de rápidos desplazamientos sin rumbo fijo. Continuidad y discontinuidad en las
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jueves, 17 de octubre de 2019

Elegía antigua y actual


En la ilustración vemos al famoso estudioso británico  Austen H. Layard, impulsor de la asiriología como disciplina arqueológica gracias a sus campañas de 1845-47 y 1853 en el cerro de Tell Kuyunjik. Dibuja concentrado, sentado ante los vestigios de la antigua ciudad de Nínive, una de las urbes fundamentales del mundo antiguo. Hoy sabemos que nos legó una verdadera joya, sus publicaciones: Niniveh and its Remains (1849) y Discoveries in the Ruins of Nineveh and Babylon (1853).

En estos días de octubre me invade la nostalgia tutorial, ausencia de mis tardes de Historia Antigua en el grado de Historia del Arte en Sant Boi y Nou Barris, que atrás quedaron cinco inolvidables cursos académicos. Al margen de su poder evocador y de su potencial historiográfico, el imaginario de la Antigüedad me interpela en estos momentos trepidantes ente el rabioso presente político que nos envuelve aquí en SB-BCN-CAT-ESP-EUR. Y pienso en la destrucción sistemática de las ruinas de Nínive a manos del Daesh, nada nuevo hay bajo el sol, que mi nostalgia y rabia presente es muy antigua. Como la tristeza ante la pérdida y la voluntad de retorno a las desaparecidas avenidas eblaítas, babilónicas, amarnienses, atenienses, romanas... incluso barcelonesas.

Nuevamente perdimos la Mesopotamia... Atrás volvieron a quedar sus maravillosas escenas, sus piedras y adobes de reseca forma, sus frescas oquedades en lo oscuro, junto al nicho repleto de aguerridas forjas herrumbrosas. Contemplando el templo caído, la translúcida copa, el vergel real perdido. Dibujando la derruida ciudad milenaria que fue y se venció en el correr impasible de los milenios. Solo queda el resto, testimonio de pasadas humanidades. Guardando silencio puedo apreciar el tenue eco, que nos habla de efímeras esperanzas, de antiguos fervores y de viejas violencias que parecían bien sepultadas. En este otoño incipiente, cual hijo de Sem en el olvido, en esta hora, más que nunca te extraño y te temo por igual, oh mi desgastada tierra entre dos ríos.